Maestro de la Reforma Educativa

* La “Paradoja Sujomlinsky”.

Vasili Alexándrovich Sujomlinsky (septiembre de 1918 - 1970), no fue un erudito famoso ni un gran psicólogo investigador, fue únicamente un maestro preocupado por sus alumnos, por todos sus alumnos. Sin distingos o diferenciaciones buscaba, a través de una pedagogía del amor, de la “Escuela de la Alegría”, que todos y cada uno de los alumnos de su escuela en Plavísh aprendiera, en primer lugar, a estudiar. De aquí la paradoja: “No es función de la escuela enseñar a los niños; su obligación estriba en enseñarles a estudiar ya que deben ser los niños quienes por sí mismos vayan aprendiendo” .

Sujomlinki nació en el seno de una familia humilde, por lo que sus primeros años se caracterizaron por las privaciones. La guerra que se desarrollaba en el país, cuando era joven, lo obligó a enrolarse. Fue herido en batalla, lo que le dejó secuelas para toda la vida y fue licenciado y regresado a su casa. Al regresar se dedicó a la docencia; sus dolencias le impedían en ocasiones continuar con la clase, debido a la fatiga. Su gran amor a los niños le hizo buscar las formas de hacerles más accesible el conocimiento. Rechazaba la escuela memorista, clasista y homogeneizante de los niños. Reconocía que un gran interés infantil por el estudio pasa por el camino del trabajo. Nunca intentó establecer un método, sino que se entregó por entero al desarrollo de la naturaleza del niño. Reconoció que la labor de la escuela implica no sólo la información sino la formación del niño dentro de una integridad social. Trabajó con los niños y con los maestros y los padres de los niños, con el fin de no deshacer la integralidad individual de cada uno de ellos.

Sus libros más importantes son: “La Educación del Colectivismo en los escolares” (1956); “La Educación de la actitud comunista hacia el trabajo” (1959); “El mundo espiritual del escolar” (1961 ); “ La Educación de la Personalidad en la Escuela Soviética” (1965); y sobre todo: “La Escuela Media de Pavlísh” y “Mi Corazón es para los niños”, ambas publicadas en 1969, poco antes de su muerte. En total escribió cerca de 30 libros y 500 artículos.

La única forma posible de enseñanza es la que se apoya en el hecho de la infancia y en las vivencias de los niños. Debemos enseñar viviendo, descubriendo la realidad con ellos, jugando, divirtiéndonos, tal como el niño quiere vivir. Sólo así logramos seres satisfechos, felices, que van a la escuela con alegría porque en ella se encuentran a sí mismos ya que pueden ser lo que realmente son: niños.

Sujomlinski huye de toda aquella educación que no se adecua al ritmo personal del alumno. Se sabe también que en la Escuela de la Alegría nadie es reprobado ni se pretende que todos logren buenas notas; las calificaciones, como dijo alguna vez Montessori, sirven para hacer distingos entre los niños y para desmotivar a aquellos que no obtienen las mejores notas. Siguiendo este principio Sujomlinski logró en dos años disminuir a la mitad el número de alumnos que escribían con faltas de ortografía.

Para lograr este deseo de superación e inculcar los deseos e inclinaciones hacia el estudio, es necesario crear un ambiente de laboriosidad, un clima estimulante y estimulador, o sea, lo que Sujomlinski denomina “Campos de Tensión” que son, principalmente, de orden intelectual, moral, laboral y estético. La “Paradoja Sujomlinski”, o sea, el enseñar a estudiar, más que enseñar conocimientos, se lleva a cabo en una atmósfera general de laboriosidad y superación que estimula la propia actividad infantil. Esta atmósfera sólo se logra en la colectividad es, pues, quien posibilita la formación del hombre o mejor dicho de la persona (puesto que Sujomlinski cree en el hombre perfectivo e interior) dándose así y de nuevo, paradójicamente, un intento de personalización educativa a través de un ambiente colectivista y de grupo compacto.